sábado, 29 de agosto de 2020

Confinamiento



Podría distinguir en cualquier sitio la fragancia de la culpa pretendiendo ahogar la esperanza en mí. Sin embargo, dudo de toda persona que no pueda expresar la tristeza que lleva consigo, toda carga desaparece, todo peso cede y el agobio cesa cuando se escapa del confinamiento de nuestro pesar.

 

Una cárcel moral nos obliga a dimitir de las acciones que carecen de decencia. Empujados violentamente hacia un precipicio donde un paso en falso se traduce a el hundimiento de nuestro navío y el fin del juego se mese sobre nuestra forma de interpretar las cosas.

 

El confinamiento de nuestras dolencias suele ser la herramienta más usada cuando nos invade una crisis. Una sonrisa que no es del todo verdadera, una actitud que pretende engañar a los demás para que no hagan preguntas o simplemente usar la frase << Todo está bien>>, cuando nuestra alma con gritos desgarradores implora por ayuda.

Y suena muy irónico decir que somos prisioneros y también somos carceleros, somos víctimas y somos verdugos, somos ladrones y somos policías, lo bueno y lo malo habita en nuestro ser de manera involuntaria. Solamente se trata de dejar hablar a nuestra parte que sabe que la ayuda no es fracaso, la ayuda es parte de un proceso más grande que una simple cuestión de ego, saber reconocer que se necesita de ayuda es dar pasos agigantados, mientras que rechazarla es perder la llave que nos destina a un confinamiento eterno.

 

-Alexander Alvarez.

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miércoles, 19 de agosto de 2020

Absurdo

 Qué absurda esa forma de abordar nuestros problemas; cuando perdemos a alguien es indispensable decir que perdimos el tiempo, convertimos automáticamente todo en un error. Solamente para no afrontar la ausencia de eso que ya no está, tener que jugar un rato al peligroso juego de la soledad, sin ningún tipo de noción de cuál será el momento en el cual se podrá salir de ahí.

Si de mí dependiera no lo dejaría a la suerte de que mi corazón juzgara si fue una perdida de tiempo o no compartir lo que fuese que se compartió con la persona en cuestión, es decir, la razón debería de tener el papel principal en este gran conflicto que se presenta ante nuestro ser. Por el prominente e irrefutable hecho de que nuestro corazón tiende a traicionarnos cuando se encuentra herido, ciega nuestra mente y nos arroja a un abismo, todo con tal de poder salir de la sofocante tristeza que acongoja cada partícula de su existencia, lo que en consecuencia nos hace actuar de una manera que jamás hubiésemos querido.

Es justo en ese decisivo momento donde elegimos de que lado queremos situarnos, del lado que nos hunde del abismo o del lado que nos presta su ayuda para poder estar mejor sin la necesidad de cometer otro error para sentirnos mejor. Cuando una persona elije irse de nuestra vida no nos está condenando a vivir solos, sólo nos está mostrando que necesitamos seguir emprendiendo ese viaje que se hizo un poco más largo de lo que pensábamos, el tiempo no se pierde, el tiempo se invierte para que podamos llegar a ese lugar que tanto deseamos llegar.
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domingo, 9 de agosto de 2020

Catástrofe amorosa

 

Mi vida pende de un hilo en el momento en el que se adentra en el limbo del amor; las certezas se vuelven corazonadas que me despistan sin cesar. Cuando lo que esperaba era el jardín del edén; me encuentro con un apocalipsis traducido a puñales que atraviesan mi ser, un retorcido final para un enamorado que solo buscaba ser feliz.

Transformar una catástrofe en un momento glorioso, eso debería de ser vivir la plenitud del amor, que la aflicción no opaque el alba jamás. Alucinar entre un campo de flores y no entre una docena de dagas que están destinadas a lastimar a quien se les acerque.

Un largo rastro de corazones rotos adornan mi dormitorio, viéndome desde un ángulo objetivo podría decirme a mi mismo que no es momento de bajar la guardia por una perdida, porque muchas veces el que pierde intentando se lleva el logro más grande que es aprender a no sumergirse en los mismos errores.

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