Si tan solo pudiéramos entendernos, vernos o sentirnos tal vez la vida sería un tanto menos tediosa. Sería esa suave caricia que despierta los sentidos de mi ser, o esa comprensión que siempre busqué en el fondo de mi alma, pero con poco éxito jamás pude encontrar.
Las palabras son paupérrimas cuando se trata de explicar cómo tu corazón se encuentra en falta, no en falta de compañía, sino en falta de orientación, la brújula se rompe en mil pedazos y todo es confusión o discusión quizá… Damos paso al cansancio, le acomodamos la silla y nos acostumbramos a vivir con él, se vuelve una rutina y ya solo te resbala el querer, el cariño no es suficiente y el amor sobrevuela fuera de nuestro alcance. Quisiera poder rozarlo con las yemas de mis dedos, pero ya me obligaría a sentir, ya me obligaría a desear cuando ni siquiera te quiero pensar, dejarte estar dentro de mi cabeza; crearte en mis sueños ya sería demasiada avaricia, si en la vida real te me escurrís entre las manos a pesar de que te tengo frente a mis ojos... Ya no dilato mis pupilas ni acelero mi corazón, esto de tenerte cerca y lejos me hace hundirme en un océano de lágrimas, pero me cuesta entender, que ya no es hora de forzarme a entender, es tiempo de que acepte que ya no te debo ver.
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