Era tan deseado por todos los que pasaban ante él, los
dominaba el deseo de tan sólo pensar en saborear esos manjares que se
encontraban encarcelados tras el cristal. Cada uno de los dulces se asemejaba a
la perfección, los ojos de los niños se paseaban por fuera de la ventana de la
dulcería de don Jorge; era uno de los hombres más amables del lugar, su devoción
por los dulces no se equiparaba a la que tenía por hacer sonreír a los niños
que revoloteaban por afuera de su tienda.
Una tarde fría de invierno el señor Jorge notó que los
niños no estaban como de costumbre a las afueras de su tienda, él ya tenía las
muestras de dulces listas como todos los días, dulces que eran deliciosos pero
no se comparaban con los que estaban dentro de ese frasco sellado; estaba
sellado como si estuviera esperando que la persona indicada fuera por él, como
si tuviera un propósito real en esta vida más que ser ultrajado para que luego
de terminar con su contenido, también se terminara su vida.
Don Jorge busca a los alrededores a los niños del
vecindario, esos niños que lo volvían feliz en cuestión de segundos al verlos
sonreír, disfrutando las muestras de dulces que don Jorge les proporcionaba. Al
cabo de caminar unas cuadras encuentra a uno de los niños con una cara larga y
los ojos cristalinos, como si hubiera llorado recientemente, se notaba en sus
mejillas rosas que algo andaba mal; Don Jorge le pregunta la razón de su
ausencia fuera de la dulcería y cuál era el motivo de su tristeza – a lo que el
niño le responde que no se sentían bien disfrutando de los dulces al saber que había llegado una familia con niños que sufrían de mucha hambre, al vecindario-
Don Jorge extrañado de este suceso que le presentó el niño, decidió ir a ver a
esta familia nueva que había llegado a la ciudad.
Era tan triste como lo había descrito el niño, era una
familia que apenas y conservaba unas mantas para que sus hijos no sufran el
hiriente frío de esas tardes de invierno, bajo un techo que tenía la parte
trasera de un negocio que por fortuna los dueños permitían que allí se
quedaran.
Don Jorge fue a saludar a los niños ofreciéndole las
muestras de dulces que guardaba en una caja con la que salía siempre, habló con
el padre de los niños y en efecto no contaban con ninguna pertenencia, lo único
que los ayudaba a salir adelante era la felicidad de sus hijos cuando él traía
comida que le regalaban a su humilde hogar, eran de esas familias en la cual lo
material nunca ocupó un rol importante en su vida, pero se sentía afortunada de
tenerse así misma. Don Jorge sin dudarlo un segundo volvió a su negocio a
buscar un objeto muy preciado para él; don Jorge volvió al lugar con el frasco
de dulces, así es, el preciado frasco de dulces por fin había encontrado a los
indicados, el señor Jorge llevó a trabajar a esa familia a su negocio, los
niños finalmente tenían un lugar donde podían ser aún más felices. Don Jorge
estaba feliz porque a falta de una familia, consiguió casi por un milagro una
nueva, los niños jugaban a ser astronautas con el frasco como un casco,
mientras que don Jorge corría tras ellos simulando ser un monstruo espacial; y
esa es la increíble manera de cómo alguien con un acto desinteresado puede
crear felicidad, la cual llena el alma de cualquier tipo de persona, todos
tenemos un frasco por llenar.
-Alexander Alvarez.
Se sintió como si Jorge representara el miedo a la soledad de muchos
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