Si de mí dependiera no lo dejaría a la suerte de que mi
corazón juzgara si fue una perdida de tiempo o no compartir lo que fuese que se
compartió con la persona en cuestión, es decir, la razón debería de tener el
papel principal en este gran conflicto que se presenta ante nuestro ser. Por el
prominente e irrefutable hecho de que nuestro corazón tiende a traicionarnos
cuando se encuentra herido, ciega nuestra mente y nos arroja a un abismo, todo
con tal de poder salir de la sofocante tristeza que acongoja cada partícula de
su existencia, lo que en consecuencia nos hace actuar de una manera que jamás hubiésemos
querido.
Absurdo
Qué absurda esa forma de abordar nuestros problemas;
cuando perdemos a alguien es indispensable decir que perdimos el tiempo, convertimos
automáticamente todo en un error. Solamente para no afrontar la ausencia de eso
que ya no está, tener que jugar un rato al peligroso juego de la soledad, sin
ningún tipo de noción de cuál será el momento en el cual se podrá salir de ahí.
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