Una fuente que cumpla los deseos, que todo aquel
pensamiento que parecía muy lejano se presente ante tus ojos, regalos de la
buena fortuna y las pociones mágicas para una vida eterna y sana. Eso sería en
potencia el cliché más grande de toda la historia.
No quiero acudir al pesimismo en una época en la cual
el amor se huele en cualquier parte, donde cupido sobrevuela los tejados en
busca de nuevas víctimas, pero el aberrante hecho de amar sin ser correspondido
se asoma de la mano de una tragedia amorosa sin una fecha de expiración
definida.
La eterna lucha de triunfar en el amor para ser
felices, déjenme decirlo sin importunar sus vidas, pero también es un cliché; dar
todo de tu persona hacia un guiño de tu corazón muchas veces suele ser el paso erróneo,
te sitúa en un conflicto del cual pocos pueden contar la verdadera historia de
cómo se sobrevive, yo prefiero disuadir mi pesimismo a través de unas buenas
palabras que alivien el pesar de mi alma, eso es en realidad lo que se debería
de considerar cada maldito segundo de nuestra vida - ¿Por qué usar la misma
receta que los demás? - Podemos condimentar nuestra propia felicidad con nada
más que unas aliviantes brisas de soledad momentánea, evitando el cliché de ser
un cliché.