viernes, 10 de septiembre de 2021

Plumas y recuerdos

 Es raro sentir, amar, luchar por no sentir, pero sin dejar de amar; es curioso el hecho del rastro de corazones rotos que dejamos en un costal que arrastramos hasta el fin de nuestra imprescindible vida. Es decir, no es que esté mal tener el corazón roto, pero sería mejor si fuera más llevadero, como una resaca, por ejemplo; odias tenerla, pero no se sufre el ritual de la bebida recorriendo todo tu cuerpo hasta romper en risas y llanto. Quedamos estupefactos en ese momento en el que llega nuestro ciclo de renovación o más bien su simulacro, porque claramente no se olvida lo que te marca, nos queremos llevar el mundo por delante, obsequiándonos pensamientos que jamás pudimos apreciar durante nuestro anterior vínculo con lo que fue una pizca del golpe directo a nuestro mentón que estábamos por recibir. Es todo euforia, vida, florecimiento, hasta que vuelve nuestro querido amigo el recuerdo, que si me preguntaran le pondría cuchillo de frigorífico por obvias razones. Pero luego está la romántica y entera sonrisa que nos brinda la razón, ¿Yo quiero volver a abrir una hilada que costó tanto coser? Dando pasos agitados y moribundos, le sacamos la pluma y tintero a la vida y saltamos de la hoja, para poder escribir los puntos suspensivos que comiencen el nuevo párrafo de toda nuestra vida.

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