¿Te lastimo o te sano? Dando ruedo a mi mente inquieta, con una pregunta tan simple y a su vez desgarradora. Intrigante sería la respuesta si no tuviera certeza de mis acciones, de mi sentir a la hora de delinquir por sobre tus emociones, había millones de posibles destinos, pero somos malos para elegir y por eso estamos en una sintonía alejada, una distinta a la correcta.
No cruzamos de la mano, nos saludamos en silencio, jamás volvemos a lo mismo porque todo se vuelve tan atroz y ese encanto que desprendiamos se lo llevó el viento de esas tardes de otoño... Tal vez un alma en solitario será capaz de encontrar ese sentido fuera del ombligo del odio; un sentimiento tan banal como el amor juvenil es capaz de cometer locuras en la mente de un cuerdo que solo pretende ser feliz.
Mi lápiz ya no se siente bien al desvelarse por las incógnitas que le generas a mi ser, comprendí hace mucho que el ego es protagonista y yo como policía sin placa no tengo mucho más que hacer, más que detener el torbellino que ocasionaste aquella noche después de esa pelea, deseo haberte sanado mucho más de lo que lastimaste a los restos de mi novela.