Encajaríamos en un mundo perfecto, pero desde el lugar más recóndito de mi pesar te regalo este golpe de realidad, este no es un mundo perfecto. Por lo tanto, somos viajeros que no entienden su mapa, que están perdidos en una ruptura que no permite a sus parpados cerrarse sin pensar un segundo en que tanta falta se hacen entre los dos. Mis mensajes en combinación con el tan predecible alcohol se vuelven una señalización de curva peligrosa, se pierde entre mis recuerdos tu fragancia a rosas y a naturaleza de un nuevo mundo.
Aunque sos
un paisaje que disfrute ver cada mañana, hoy el cielo comprende que ya no
pertenecemos a la misma estrella y mucho menos apreciamos igual cada amanecer.
Esto de esconderme tras las cartas que escribo sin un receptor claro debe generar
una confusión terrible, pero es evidente que nuestra conexión que se vuelve cada
vez más débil con el pasar de los días entiende para quién es, apostaba por
todo lo que ambos deseábamos e incluso por lo que no. Pero estaba muy claro que
todas las rosas siempre muestran sus espinas, fue un error no preverlo, tal vez
fue el trance en el que me encontraba con sus palabras de novela de amor o su
cruda realidad que cortaba como una hoja de navaja recién afilada.
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