sábado, 21 de noviembre de 2020

Amor marchito

 Amores, un plural que puede convertir una pareja en cenizas. El hecho de querer a alguien con tanta resiliencia al punto de perdonar cosas que no merecen ser perdonadas, nos conduce a un abismo del cual preferimos ni siquiera pretender que nosotros mismos nos arrojamos sin ninguna consideración allí. No es complicado buscar culpables cuando sabemos que nosotros buscamos este problema al recibir al engaño con la puerta abierta y un ramo de rosas. Amar a alguien desde este punto, se vuelve una frágil pieza de cristal en el borde de una mesa que constantemente está meciéndose con intención de arrojarla y que se destruya en mil pedazos.

Intentos bien intencionados, peleas inexplicables, excusas que se vuelven recurrentemente insoportables ante la mirada de la desaprobación del otro. Ese otro que se creía indispensable para su media naranja, el cual no aprecio lo que realmente había logrado conseguir, para ir de paseo por un ramo más vistoso que se marchitó en una noche, una tarde, un segundo que bastó para atravesar lo que se creía un vinculo de confianza inquebrantable con una daga que incesantemente e inevitablemente se convierte en resentimiento disfrazado de una mueca que pretende ser una sonrisa reparadora de todos los problemas.

Ya no sirve fingir en una realidad donde los espejos que te reflejan están rotos, dañados con una traición reflejada en cada uno de los momentos que se viven después del falso perdón. No trato de quitar el protagonismo de las segundas oportunidades a través del perdón, pero la traición nunca fue aliada del amor y jamás podrá serlo.
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domingo, 15 de noviembre de 2020

Pasos prudentes

 


Muchas personas se adentran en una búsqueda con pretenciosas preguntas acerca de lo que todavía no se ha descubierto, en busca de una primicia la cual haga que su vida de un estrepitoso salto hacia la mismísima realidad. Entonces viéndolo desde una posición que poca gente desea tomar y si así lo prefieren insultando la mediocre similitud de muchos pensamientos; me atrevo a decir que no son más que puras ilusiones el hecho de querer “resaltar”, poder disfrutar a costa de sueños rotos, arrebatados desde una gran ambición que está siendo aprovechada por la miserable crueldad de un mundo que asesina ilusiones bien intencionadas.

Es justo decir que la supervivencia del más fuerte suele ser un tanto aterradora y sugiere un susto de muerte cuando se ve que viene la sombra del pisotón de alguien más. Pero creo con toda seguridad que es más espeluznante esperar pacientemente que en algún momento te pisen y estar viviendo tiempo prestado por un desconocido que conoce la fecha de tu fin. Cuando podamos tener noción de lo que vive y siente el otro, estar de su lado no tan verde del césped y usar gafas que no consideramos tan adecuadas para nosotros, vamos a dejar de ser prudentes por conveniencia para convertirnos en una persona que es prudente con los pasos que tiene que dar, la persona que sabrá elegir un camino que no vea como atajo quebrantar sueños ajenos. 

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jueves, 5 de noviembre de 2020

Amarga mentira

 Es injusta y desencantadora la cantidad de veces en el día que una mentira proviene de nuestra persona, es indecente la forma en que lo hacemos y desopilante como volvemos en el tiempo para pensar en que estúpida e innecesaria fue.

Seducir a cualquier otra persona con una leve o completa alteración de los hechos, muchas veces se nos presenta como una idea grandiosa e infalible; nosotros mismos nos damos cuenta que está mal y es en ese momento en el cual empezamos a cosechar la culpa. Me permito decir que la culpa suelo notarla como una serpiente que no tiene intención de matarnos de asfixia, sino que nos da la oportunidad de aflojar sus escamosos y fuertes retorcijones en nuestro cuello, con la simple intención de cortar no solo las patas de la mentira, sino despiadadamente destruirla sin chance de volver a rondar en nuestra vida. Difícil decisión, aunque no parezca, muchos sufren desde el principio, otros lo sienten al final. Pero, al fin y al cabo, todo se desmorona en cuestión de segundos; una vida, una familia, una buena relación de amigos, todo acaba. La mentira es una fuente de agua, adornada con esculturas de vistosos ángeles y cualquier otra atracción que sea digna de apreciar y que encandile la atención de cualquiera con su presencia. La culpa es el océano de aceite que hace flotar esa agua, así es, el agua siempre puede estar por encima y salir a flote, pero al final es tan amarga como el océano desde donde realmente proviene.
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